Uno de los peores desastres naturales en la historia de Papúa Nueva Guinea dejó al menos 2.000 personas bajo tierra debido a una avalancha masiva.
Funcionarios públicos revelaron las estimaciones oficiales, aunque reconocen que la dificultad de acceso y la diversidad cultural y lingüística del país complican obtener cifras exactas de los damnificados en las zonas afectadas.
El último censo confiable realizado en la isla data del año 2000, y el padrón electoral de 2022 no incluye a menores de 18 años, según Unicef, el 40% de los afectados son menores de 16 años, lo que subraya la vulnerabilidad de esta población en la tragedia.
El Gobierno admitió que las probabilidades de un rescate masivo son escasas; además, los tradicionales conflictos étnicos complican aún más las operaciones de rescate, con informes de asesinatos e incendios en la región afectada.
Más de 7.000 civiles son afectados, según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y la asistencia internacional aún no llega.
Las autoridades nacionales solicitaron ayuda humanitaria internacional y la llegada de expertos geólogos para evaluar la situación.
