Israel intensificó su ofensiva en el sur de Líbano, tras la muerte de ocho soldados y el lanzamiento de 240 cohetes por parte de Hezbollah sobre Galilea Occidental.
Esta situación forzó al primer ministro Benjamín Netanyahu a modificar su plan inicial y ordenar a las Fuerzas de Defensa de Israel avanzar más allá de lo acordado con Estados Unidos.
Netanyahu, que había planeado una invasión controlada y limitada, justificó la necesidad de ampliar la ofensiva para frenar los constantes ataques de Hezbollah sobre las poblaciones cercanas a la frontera.
La resistencia de Hezbollah y su extensa cadena logística, que se extiende hasta Beirut, obliga a Israel a reconsiderar los términos fijados por la resolución 1701 de la ONU, que prohíbe la presencia de armas en determinadas zonas.
