Con el pitazo final de la francesa Stéphanie Frappart, se acabó el sueño mundialista de un país que creyó en su Selección Nacional.
Pero al menos en esta ocasión los jugadores de Costa Rica cerraron su viaje a Catar 2022 con una muestra de esfuerzo, entrega y ganas. Al final, el 4 a 2 con que Alemania nos ganó, tan solo es el registro numérico, el resultado es un dulce adiós.
La Sele vendió cara su derrota e incluso dejó fuera a los alemanes del Mundial. Ya mañana miércoles emprenderán el regreso a casa con el sinsabor de que se pudo haber hecho más, pero con un doloroso baño de realidad futbolística que nos impide soñar tanto como lo hicimos en Brasil 2014 y en Italia 1990.
Los goles de Juan Pablo Vargas y de Yeltsin Tejeda definitivamente aceleraron este jueves los corazones de miles de aficionados, la mayoría envueltos en su bandera tricolor, mientras albergaban temporalmente un suspiro de esperanza.
En todo el país hubo alegría, celebración y al final, tristeza. Pero la frustración fue menor que la del 7 a 0 contra España, una fecha para considerar un “accidente del fútbol” a la vista de los otros dos resultados de la Selección.
Si. Costa Rica se quedó en el camino. No clasificó a la siguiente fase de la justa mundialista, pero el resultado frente a Japón, por ejemplo, nos enaltece. La Sele logró triunfar ante la representación que hincó a los gigantes del grupo.
Ahora a levantar la lista de esas “posibilidades de mejora” que se evidenciaron durante la estadía en Kuwait y en Catar, que fueron muchas y en todos los niveles: desde el desempeño individual de los jugadores, pasando por la capacidad estratégica del técnico y, sin duda, llegando a la dirigencia, sus decisiones y sus motivaciones.
Catar será ahora la gran escuela en la que el fútbol nacional deberá de seguir aprendiendo. Y con él, todos nosotros, los aficionados, que hoy despertamos del sueño en que nos sumieron.
Por lo que duró, fue bonito.
